Para la psicología, la procrastinación se entiende como un comportamiento de aplazamiento intencional de tareas que la persona sabe conscientemente que son importantes o necesarias de realizar, pero las deja para el plazo final. Desde este enfoque, la procrastinación se puede asociar con factores emocionales y/o cognitivos como la falta de autocontrol, el perfeccionismo, la evitación de emociones, miedo, ansiedad, baja tolerancia a la frustración, entre otros.
La psicología también distingue entre diferentes tipos de procrastinación como: la procrastinación pasiva, que ocurre cuando alguien simplemente posterga las tareas porque no puede tomar decisiones o actuar a tiempo. Así mismo, la procrastinación activa, por otro lado, que es cuando la persona intencionalmente retrasa una tarea, porque cree que trabaja mejor bajo presión. Sin embargo, esta postergación puede ser vista como un problema de regulación emocional, donde la persona prefiere actividades más agradables que requieren menos esfuerzo.
Por otra parte, la procrastinación en sí misma no es un trastorno psicológico, pero puede estar relacionada con ciertos trastornos o condiciones que influyen en la capacidad de gestionar el tiempo y las emociones como:
– Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH): Las personas con TDAH a menudo tienen dificultades para concentrarse, organizarse y planificar, lo que puede llevar a la procrastinación frecuente. Su impulsividad también las hace más propensas a posponer tareas que requieren atención sostenida.
– Ansiedad: La procrastinación puede ser una forma de evitar situaciones que generan ansiedad, las personas pueden posponer tareas ya que, les da un alivio temporal.
– Falta de motivación: La falta de energía, motivación o interés en actividades, puede hacer que las personas dejen tareas para más tarde. La fatiga mental y física también puede contribuir a la procrastinación.
Aunque estos aspectos antes mencionados pueden influir en la procrastinación, muchas personas procrastinan sin tener un trastorno específico. La clave está en la forma en que manejamos el estrés, la motivación y las emociones frente a las tareas que percibimos como difíciles o incómodas. Si la persona siente que la procrastinación está afectando significativamente en su vida, se recomienda consultar a un profesional de la salud mental para obtener orientación y generar estrategias de afrontamiento saludables.
¿CÓMO ME AFECTA PSICOLÓGICAMENTE LA PROCRASTINACIÓN?
La procrastinación puede tener un impacto significativo en el bienestar psicológico, afectando varias áreas de la vida emocional y mental. Se podría presentar un aumento del estrés y la ansiedad, ya que, al posponer tareas importantes, puedes experimentar una acumulación de presión a medida que el plazo para completarlas se acerca. Esta presión puede generar niveles elevados de ansiedad, especialmente si se siente que no tiene suficiente tiempo para cumplir con las tareas. Por otra parte, se puede presentar culpa y/o vergüenza, es posible que las personas que procrastinan a menudo sienten estos malestares por no haber hecho lo que debían en el tiempo adecuado. Estos sentimientos pueden volverse crónicos y afectar la autoestima y la confianza en uno mismo. Otro aspecto importante podría ser un impacto negativo en la calidad del sueño, ya que, el estrés y la ansiedad relacionados con la procrastinación pueden afectar el sueño, ya sea por el exceso de trabajo de última hora o por la preocupación constante por lo que no se ha hecho. Esto, a su vez, puede empeorar el estado de ánimo y la salud mental general.
Es así que, si bien la procrastinación puede proporcionar alivio a corto plazo, los efectos psicológicos acumulados pueden afectar la calidad de vida. Cambiar este patrón de comportamiento requiere autoconciencia y estrategias saludables para gestionar el tiempo, la ansiedad y las emociones de manera más efectiva.
¿EXISTEN ESTRATEGIAS PARA DEJAR DE PROCRASTINAR?
Existen varias estrategias efectivas para combatir la procrastinación que pueden ayudar a gestionar mejor el tiempo y emociones para empezar a cumplir con las tareas de manera más eficiente:
- Divide las tareas en partes más pequeñas: Esto ayudará a que la tarea no se acumule y se puedan manejar los tiempos de manera afectiva.
- Implementa la técnica Pomodoro: Este método consiste en trabajar durante 25 minutos ininterrumpidos, seguidos de una breve pausa de 5 minutos. Después de 4 ciclos, se toma una pausa más larga (15-30 minutos). Esto ayuda a mantener la concentración y evita el agotamiento mental.
- Identifica las razones de tu procrastinación: Al identificar la causa, se pueden aplicar soluciones específicas. Por ejemplo, si te sientes abrumado, aplicarás la estrategia de dividir las tareas; si te distraes fácilmente, crearás un entorno más enfocado.
- Implementar la regla de los 2 minutos: Si una tarea toma menos de 2 minutos, hazla de inmediato. A menudo, posponemos cosas pequeñas que podrían hacerse rápidamente.
- Dividir las tareas y empezar desde la que tenga mayor complejidad: El objetivo es que una vez completes la tarea más complicada, te sentirás más ligero y motivado para abordar el resto de las tareas.
- Establece un horario regular: Crear una rutina diaria te ayuda a automatizar ciertos comportamientos, evitando la necesidad de decidir constantemente qué hacer a continuación. Elimina el dilema de si empezar o no una tarea y simplemente comienza a realizar tus tareas.
- Reduce las distracciones: Identifica las distracciones que más te hacen procrastinar, como el teléfono, las redes sociales o la televisión, y elimínalas o minimízalas durante tus periodos de trabajo.
- Encuentra un sistema de apoyo: Compartir tus metas con alguien, ya sea un amigo, compañero de trabajo o familiar, puede ayudarte a mantenerte responsable. A veces, saber que alguien más está pendiente de tus progresos te impulsa a cumplir con tus compromisos.
En Solo Psique tenemos un equipo de expertos psicólogos capacitados y con experiencia a tu disposición, para trabajar junto contigo en el manejo adecuado de tus emociones, tu autoconocimiento, mejorar tus relaciones, superar traumas, potencializar tus cualidades, romper patrones, mejorar habilidades de afrontamiento, abordar la toma de decisiones importantes, desarrollo de la inteligencia emocional, entre otras.