El arte de ser felices en pareja
“Juntos, pero no atados”
El deseo genuino de encontrar una pareja, alguien con quien compartir nuestra vida se encuentra latente en todos nosotros, todos queremos alguien que se encuentre apoyándonos, respaldándonos en los momentos difíciles, queremos ser amados, sostenidos y contenidos…muchas veces y de forma muy paradójica, este deseo se convierte en una necesidad incompatible con la vida de pareja, precisamente debido a que al ser una necesidad tan imperiosa, empezamos a “absorber” a nuestra pareja, empezamos a “exigir” muestras de atención y cariño, a controlar a la otra persona (dónde esta, con quién está, con quién habla, qué hace en el teléfono, etc..) y así el amor muta, se convierte en dominio, en chantajes emocionales que van en contra de actividades que fomentan el bienestar individual como ir al gimnasio o trabajar, con la típica de: “si me amas, no haces esto más”, simplemente el amor se desfigura y se convierte en algo ponzoñoso.
Hay una historia hermosa que ejemplifica muy bien cuando el amor se convierte en atadura es la de los indios Sioux:
“Una vez llegaron una pareja tomados de la mano a la tienda del viejo brujo de la tribu, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros y nube alta la hija del cacique y una de las mujeres más hermosas de la tribu.
El joven empieza hablar y dice: “Nos amamos”.
La mujer dice: “Nos vamos a casar”.
Juntos dicen: “Y nos queremos tanto que tenemos miedo. Queremos un hechizo, un conjuro, un talismán. Algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos. Que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar a Manitú el día de la muerte. Por favor – repitieron – ¿hay algo que podamos hacer?”
El viejo los miró y se emocionó al ver a dos jóvenes, tan enamorados, tan deseosos de esperar su palabra. Después de una larga pausa responde:
“Hay algo, pero no sé, es una tarea muy difícil y sacrificada.
La pareja responde: “No importa”, “Lo que sea ratificó Toro Bravo”
El brujo dice: “Bien, Nube Alta, ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalar sola y sin más armas que una red y tus manos, deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena. ¿Comprendiste?.
La joven asintió en silencio.
El brujo siguió diciendo: “Y tú, Toro Bravo, debes escalar la Montaña del Trueno; cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas y, solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí, viva, el mismo día en que vendrá Nube Alta…¡salgan ahora!.
Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte, él hacia el sur.
El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con sendas bolsas de tela que contenían las aves solicitadas.
El viejo les pidió que con mucho cuidado sacaran el halcón y el águila de las bolsas. La pareja lo hace y esperan la aprobación del brujo. Eran verdaderamente hermosos ejemplares, sin duda lo mejor de su linaje.
En eso el brujo pregunta: “¿Volaban alto?”.
Responden los jóvenes: “Sí, sin duda. Como lo pediste… ¿y ahora?, preguntó el joven, ¿los mataremos y beberemos su sangre.
El viejo responde: “No”.
El joven propone: “Si los cocinamos y comemos su carne”.
Repite el brujo, “No, harán lo que les digo: Tomen las aves y átalas entre sí por las patas con estas tiras de cuero. Cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres.
El guerrero y la joven hicieron lo que les pidió el brujo y soltaron los pájaros. El águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero solo consiguieron revolcarse en la tierra. Unos minutos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse.
En eso el brujo les dice: Este es el conjuro.
Jamás olviden lo que han visto. Son ustedes como un águila y un halcón; si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse uno al otro. Si quieren que el amor perdure entre ustedes, Vuelen juntos pero jamás atados.